viernes, 15 de enero de 2010

Español for export

PÁGINA 12 | Sociedad | Domingo, 10 de enero de 2010
Por Andrés Osojnik

Argentina ya es una meca para el llamado "turismo idiomático": son turistas que llegan de todo el mundo para aprender el castellano pero también para viajar y conocer el país. El año pasado fueron más de cien mil. Y dejaron divisas por dos millones de dólares.

LEONARDO BOTO, SECRETARIO EJECUTIVO DEL INPROTUR
"Argentina tiene un potencial enorme". "Argentina no tiene las grandes atracciones de sol y playa que son el motor principal para el turismo internacional, entonces tiene que trabajar en segmentos: eventos y conferencias, el producto nieve, el turismo médico, el deportivo y allí se inscribe también el turismo idiomático", explica Leonardo Boto, secretario ejecutivo del Inprotur, el organismo que viene impulsando la promoción del turismo idiomático en el país.

Boto destaca que en ese sector "la Argentina tiene un potencial enorme, porque tiene una larga tradición educativa y un liderazgo en esa área que son muy respetados en el contexto latinoamericano". Y apunta que el potencial propio se expande porque en Brasil el estudio del español va creciendo año a año, sobre todo en el marco del Mercosur.

De todos modos, advierte que Argentina no es Brasil, México o España: "España está a 45 minutos de la locomotora de la economía europea que es Alemania. Palmas de Mallorca está a 45 minutos de Alemania y ése es un punto de partida fenomenal para el desarrollo turístico. Argentina está como mínimo a nueve horas de avión y entonces tiene que generar estas alternativas del turismo por segmentos".

El turismo idiomático viene creciendo por la demanda desde Brasil, señala, pero también desde Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña.

–¿Por qué ese interés en aprender el español?

–Es el tercer idioma más hablado del mundo y viene en franco crecimiento, globalización mediante. Ya es imprescindible hablar más de un idioma y en ese contexto el español está adquiriendo una importancia creciente.

–¿Y por qué en Argentina?

–Argentina, por sus particularidades, es mucho más económica, cinco veces más económica que los países europeos y además tiene ciertos parámetros de seguridad e infraestructura que no alcanzan otros países latinoamericanos de habla hispana. Además por afinidad cultural, Argentina se aproxima más fuerte a Europa.

Los centros de idiomas acuerdan las estrategias con el Inprotur. "Lo que hacemos es acompañar la promoción de la oferta académica que ellos generan", sostiene Boto, y recalca que esos centros se adaptaron a las necesidades del segmento: "Ellos adaptaron su oferta académica a las necesidades propias de alguien que viene a estudiar pero también a hacer turismo, es decir, combinar ocio y trabajo. Entonces le ofrecen la posibilidad de estudiar tres o cuatro días a la semana, así los otros días pueden recorrer o visitar algún lugar. O se flexibilizan para adaptarse a las necesidades específicas de cada uno".

Que el dólar barato. Que hay mucho para conocer. Que la magia del tango. Que los docentes son muy buenos. Que Buenos Aires es tan europea. Motivos hay una variedad; el resultado, uno solo. La Argentina se convirtió en uno de los países donde más extranjeros estudian español. El fenómeno viene creciendo desde hace un tiempo, pero ahora ya es un boom. Se estima que en 2009 más de 100 mil personas viajaron a este costado del mundo con ese propósito. Hay agencias que ofrecen paquetes de turismo que incluyen cursos para aprender el idioma. Las escuelas e institutos ya son más de cien. A la movida se sumaron las universidades, tanto públicas como privadas, que ofrecen ese tipo de estudios. También creció el aporte estatal para promocionar el "turismo idiomático": el Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur) viene trabajando en conjunto con los centros y acaba de participar en una reciente exposición internacional sobre ese rubro que se hizo en Berlín. Durante 2009, el movimiento de estudiantes-turistas implicó ingresos para el país por más de dos millones de dólares.

EL AUGE DE EXTRANJEROS QUE VIENEN A LA ARGENTINA A ESTUDIAR EL IDIOMA
En 2005, los extranjeros que llegaron al país para aprender o perfeccionar el castellano fueron algo más de 23 mil. En 2008 fueron 71 mil. Para 2009, las cifras aún no están cerradas, pero en el Inprotur calculan un crecimiento aproximado de un 50 por ciento respecto del año anterior.

La estadía promedio en el país de los turistas que llegan a estudiar español es de 4 a 10 semanas. ¿Puede alguien aprender el idioma en ese lapso? "El tiempo para aprender depende de cada uno y las motivaciones que tiene, si viene con una base, en dos semanas lo puede poner en práctica", responde Francisco Daniel Franco, uno de los socios de la Academia de Buenos Aires. Franco empezó alojando extranjeros en su casa y uno de sus huéspedes, un hombre alemán, terminó siendo su socio para crear la escuela, que funciona desde 2004. Empezó con 15 alumnos y ahora llega, en el momento de mayor demanda, a 60. En las escuelas no hay ciclos académicos: "Nos movemos con el turismo, hay temporadas altas y bajas", dice Franco.

–¿Cómo llegan los alumnos?

–Uno es el boca en boca, pero también muchos ya vienen con el curso incluido en el paquete turístico que compraron en una agencia.

El que no sabe de temporadas altas y bajas es el alemán Ingo Schaller, un ingeniero en biotecnología de 38 años que llegó porque su esposa es empleada en Volkswagen y fue trasladada a Buenos Aires. Entonces se tomó un año sabático en su trabajo y ahora aprovecha para aprender el español. Llegó en abril y ya lo habla con una fluidez que sorprende. Sólo le queda pulir el acento. "Fue un curso intensivo –confiesa–. Cada día cuatro horas, desde abril a octubre. Después solamente algunas horas para corregir los errores y mejorar el estilo de escribir." Mientras aprendía el castellano, no se privó de viajar: estuvo en Mendoza, Cataratas y hasta fue en auto a Salta. Ahora planea ir a El Calafate y Bariloche.

En la Academia Buenos Aires el mayor flujo de alumnos proviene de Alemania. Ilse Enz-Bürk representa otro perfil de los que vienen a aprender el idioma: es profesora en Lenguas y busca perfeccionar el español. Hace cuatro años ya estuvo en el país y ahora regresó: "Para mejorar mis conocimientos y para visitar la Argentina. Me gusta la calidad de enseñanza", explica. Ilse tiene 62 años y con su español dará cursos en empresas alemanas a empleados que deban viajar por trabajo a Sudamérica.

El extranjero promedio que viene a estudiar español es de clase media y media alta, tiene entre 20 y 30 años, es universitario o profesional y tiene interés por la cultura y la tradición local. Así, el turismo idiomático es un generador interesante de divisas. Según las proyecciones del Inprotur, en 2009 el rubro movilizó unos 2 millones de dólares.

La enseñanza del español a extranjeros en realidad lleva muchos años: tradicionalmente era requerida por miembros de embajadas o profesionales y empleados de empresas extranjeras. Pero desde la crisis de 2001 creció al ritmo de la devaluación. Y en los últimos tiempos se consolidó. El crecimiento obligó a mejorar la oferta: los centros de idiomas debieron profesionalizarse y certificar su calidad académica.

La actividad no está regulada, aunque dos entidades que agrupan a diversos institutos buscan aunar criterios. Una de ellos es la Asociación de Centros de Idiomas, que nuclea a más de 40 centros en todo el país. "Lo que buscamos es que haya un piso básico de calidad académica, la formación de los docentes, el material didáctico y, sobre todo, trabajar en red para que la actividad sea sustentable", explica Jimena Sabagh, coordinadora de la Asociación. La otra entidad es la Aacele, la Asociación Argentina de Centros de Español como Lengua Extranjera, que agrupa a 16 institutos. "Nuestros asociados son sólo escuelas dedicadas al español como lengua extranjera", detalla Lorena Belcastro, presidenta de Aacele y directora de Baspanish. También explica que la entidad busca una autorregulación: "El sector creció tan rápido que el tema de la calidad nos preocupaba. Como no hay un marco legal, algunos alumnos se iban disconformes, por eso junto a la Secretaría de Turismo definimos algunas pautas para garantizar que los asociados estuvieran en regla".

–¿Qué significa estar "en regla" si el sector no está regulado?

–Definimos pautas como que un mínimo del 80 por ciento del personal fuera graduado en lenguas extranjeras, lo mismo que el director académico, que estén en regla las condiciones edilicias, que se paguen los impuestos, etcétera.

Quienes se sumaron también a la movida fueron las universidades: centros de idiomas de diversas facultades incorporaron el español. Y algunos empezaron a funcionar en forma conjunta: la Radet (Red Argentina de Turismo Idiomático), está conformada por cuatro universidades nacionales: Litoral, Cuyo, Salta y Patagonia, para que un estudiante-turista pueda empezar un curso en español en un lugar del país y seguirlo en otros sin perder la continuidad del estudio. Así los alumnos cursan un único ciclo, pero en diversos paisajes del país.

Las provincias tampoco dejan pasar la oportunidad. La Agencia Córdoba Turismo, por ejemplo, trabaja junto a una red de ocho institutos y dos universidades nacionales para promocionar el estudio del español en la provincia. También sucede en Mendoza, Salta, Misiones, pero incluso en Santa Fe: allí el gobierno abrió un registro de institutos y ya son cuatro los que funcionan en red: dos universidades y dos centros privados. El objetivo es convencer a los extranjeros que allí también se puede estudiar y conocer buenos lugares.

Tampoco las agencias quedan afuera: aunque algunas del exterior ya tienen convenios con institutos argentinos, ahora también se empiezan a sumar las locales. Travelingreen es la primera que lanzó un paquete turístico que incluye la enseñanza del español. Fue a través de un convenio con la Asociación de Centros de Idiomas y tiene previsto módulos de una semana que combinan clases y turismo. La idea es que los alumnos también puedan seguir un mismo curso en diversos sitios del país.

Todos esos actores –las dos asociaciones, las universidades, las provincias y la agencia– acaban de participar en Expolingua, una feria internacional de turismo idiomático que se realiza en Berlín. El stand argentino, auspiciado por el Inprotur, tuvo un record de visitas. Hubo alfajores, exhibición de tango y mucho interés en conocer cómo se puede aprender español en un lugar tan exótico como la Argentina.

EL ORIGEN DE LOS ESTUDIANTES
El Centro Universitario de Idiomas (CUI), de la Facultad de Agronomía de la UBA, tiene un Programa de Español para Estudiantes Extranjeros que concentra la mayor matriculación de alumnos. "Este crecimiento tuvo que ver con varios factores, pero especialmente con dos –explica Gonzalo Villarruel, su director–: el interés creciente de académicos, estudiantes y viajeros extranjeros por conocer de cerca la realidad argentina y el cambio en la relación entre el dólar y el peso que abrió las puertas a un intensísimo flujo de visitantes extranjeros en calidad de turistas, estudiantes o ambos."

Las estadísticas del CUI son un reflejo del movimiento del sector: en primer lugar, sigue siendo mayoritario el flujo de estudiantes de países de habla inglesa, especialmente de Estados Unidos y el Reino Unido, con un crecimiento en los últimos años de estudiantes provenientes de Australia y Nueva Zelanda. En los últimos tiempos creció el interés entre alumnos de países escandinavos y de otros países de Europa occidental. Ahora, la cantidad de brasileños se estabilizó después de la primera explosión producida con la creación del Mercosur. Lo más llamativo es el aumento paulatino de jóvenes provenientes de Asia, en especial de China, Corea y Japón.

Justamente, el CUI tiene una política focalizada en China: tiene firmados convenios de cooperación con unas 30 universidades de ese país y es la primera institución argentina en tener su propia sede en Beijing. El 27 por ciento de los alumnos de español en el CUI es de origen chino.

TESTIMONIOS DE LOS ESTUDIANTES
"Acá es más vivo"

Uno llegó de Australia, otro de Brasil, otro más de Camerún. También, de Japón y de Alemania. Todos vinieron a estudiar castellano a Buenos Aires. Y coincidieron en Vos Club Cultural del Español, uno de los lugares para aprender el idioma. Todos se juntaron una tarde para contar su experiencia ante Página/12: ¿Por qué alguien viene a la Argentina a estudiar español?

Rhys Aconley-Jones es australiano y tiene 21 años. "Después del secundario me tomé un año sabático –dice en un español casi perfecto–. Trabajé muy duro vendiendo celulares durante cinco meses. Era un asco, pero gané bien y con eso me puse la mochila y vine a recorrer Sudamérica. Quería saber cómo era este continente. Europa no conocía, pero me imaginaba cómo era." Tras esa recorrida en 2007 por algunos países –Argentina, Chile, Perú, Bolivia– volvió a Melbourne a estudiar la carrera de Humanidades, focalizada en Ciencia Política. Pero ahora está de vuelta y cursa en la Facultad de Filosofía de la UBA, en la calle Puán.

"Me gustó mucho la Argentina –explica–, hay una estructura que funciona, se nota que hay dinero acá, en otros países de Sudamérica no tanto. Y además me gusta el ritmo de Buenos Aires. En Australia uno se termina aburriendo, acá es más vivo, pasan cosas locas."

El castellano ya lo había empezado a aprender en el secundario ("Hay que elegir una lengua extranjera y yo opté por el español porque me parecía más sexy"), pero ahora busca perfeccionarse y profundizar en el área de su estudio académico. "Vengo a Vos una hora por semana para reforzar y tomo clases focalizadas. Estudio los textos de Hobbes, Locke u otros autores", apunta.

También de 21, Henrique Taufembach es brasileño, de Criciúma. Y es hijo de alemanes. El dato no es menor: es el motivo por el que está en Argentina: "Mis padres tal vez regresen a Alemania y en ese caso yo me iría con ellos. El problema es que el estudio de la universidad de mi ciudad no lo puedo revalidar allá. Pero sí lo puedo hacer con la UCA, porque hay una universidad pontificia, entonces estoy estudiando en Buenos Aires". Más allá del acento, su español es fluido: lo empezó a estudiar a los 10 años, en la escuela. Y ya había estado cuatro o cinco veces en la Argentina, aunque siempre por turismo. Ahora viene a cursar Medicina en Puerto Madero y profundiza el español de lunes a viernes, de 9 a 13.

–El curso de cuatro horas es el intensivo, después las clases se adaptan a las necesidades de cada uno –explica Magdalena Cambiasso, una de las fundadoras de Vos, que empezó a funcionar en marzo de 2007 y forma parte de la Asociación de Centros de Idiomas–. Pero aquí lo importante es brindar contención, además de ofrecer un buen nivel académico.

–¿Qué implica la contención?

–Es que acá vienen y preguntan dónde comprar ropa, a qué dentista pueden ir o qué lugares ir a visitar. Uno se termina convirtiendo en anfitrión –-responde Cecilia Guiles, otra de las responsables del lugar.

Los alumnos también tienen la posibilidad de asistir a actividades que mezclan lo idiomático con lo cultural y lo turístico: películas con subtitulados en español y debate posterior, clases de tango, cenas, salidas a algún evento artístico y hasta partidos de fútbol que incluyen el aprendizaje de insultos... en castellano, obviamente.

Las historias de los alumnos reflejan justamente esa diversidad de intereses. Venir a la Argentina tuvo para Claudius Youmbi Meanchop dos motivos. El primero, salir de Afganistán –donde trabajaba para la ONU–- después de salvar su vida por milagro en un atentado. El segundo, encontrarse con su novia argentina. Claudius es camerunés, tiene 31 años y el español aún le cuesta: prefiere contar su experiencia en inglés.

Master en Ciencias Políticas, estuvo aquí por primera vez en abril pasado para visitar a su novia. Luego volvió a Kabul, a su responsabilidad como consejero electoral del PNUD. Pero los talibán arremetieron en el hotel donde se hospedaba la comitiva. Murieron once personas. Recién ahora Claudius puede hacer alguna broma amarga al respecto. Casi en secreto, cuenta que en ese momento tenía puesta la camiseta de Boca. "No sé si los talibán la reconocieron y me salvé por eso", se sonríe tímidamente.

–¿Y ahora qué va a hacer?

–Tal vez me quede un año, por lo menos. Así que quiero aprender bien el español –explica.

Una amiga de la novia de Claudius aprende castellano junto a él: es Atsuko Hirakawa, oriunda de Yokohama, Japón. Vivió en diversos lugares del mundo y también es cientista social. Y también trabajó para la ONU. "Yo estaba en Kabul, pero no en ese hotel. De todos modos, también tuvimos que evacuar. De Afganistán fui dos semanas a Estados Unidos y después mi amiga me convenció de que viniera a la Argentina, así aprendo a hablar español y a bailar el tango."

–¿Y ya lo baila?

–Un poco, con mi novio boliviano.

Quien también estudió danzas fue Franziska Wegner, una fotógrafa de 23 años nacida en Kiel, en el norte de Alemania. Estudió fotoperiodismo durante cuatro años en la universidad y decidió emprender viaje.

–¿Por qué a la Argentina?

–Sueño con Latinoamérica. Ahorré mi dinero para este tiempo. Y para empezar a conocer, decidí empezar por Argentina. Oí mucha gente hablar cosas maravillosas de Buenos Aires.

–¿Y eran ciertas?

–Sí –responde entre risas.

Franziska tiene muchos proyectos por delante: Chile, tal vez Bolivia. Y luego retornar a Berlín, donde se sumará como voluntaria a un grupo de periodistas para hacer crónicas en Turquía, Jordania, Siria e Israel.

–¿Volverá a la Argentina?

–Sí quiero volver, quiero conocer más y aprender mejor el español.

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